lunes, 25 de abril de 2011

Ganador del Desafío de escritura para construir la equidad de género


La Educación a debate
Una nueva compañera en el taller
Christian Martínez González
Era agosto de 2007 y comenzaba un nuevo ciclo escolar en la Escuela Secundaria “Jaime Torres Bodet”, ésta, era sin duda una experiencia inquietante para los alumnos de primer grado, quienes nos enfrentábamos con un reto distinto cada minuto. No sabíamos lo que nos esperaba con nuevos profesores y compañeros, pero lo más importante, ¡nuevos conocimientos! Muchos aguardaban ansiosos la llegada del maestro al salón, pero también habíamos algunos temerosos ante el desafío de iniciar las clases.
     Desde el primer día, nos hicieron saber que cada estudiante debía elegir un taller de su agrado o interés para incorporarse a él. Los maestros nos aplicaron una encuesta para que, según lo que contestáramos, nos integráramos lo más pronto posible a los talleres. La encuesta consistía en preguntas como, ¿te gustaría manejar debidamente una computadora?, si respondías afirmativamente, era probable que fueses considerado para el taller de Computación. En cambio, si decías que sí al planteamiento, ¿eres creativo y te gusta dibujar o hacer manualidades?, podías ser enlistado en el taller de Artes Plásticas, y así por el estilo, si bien no era seguro que fueses designado a donde querías.
     Yo deseaba entrar al taller de Computación, porque conocía un poco del funcionamiento de una computadora pero quería saber más sobre algunas cosas que todavía no entendía. Sin embargo, por un error de interpretación de una de las preguntas de la encuesta, ¡no lo conseguí! La pregunta decía más o menos así: ¿Te gustaría aprender a arreglar un equipo de cómputo?, lo cual malinterpreté y marqué la opción positiva. Al día siguiente, la subdirectora pasó a todos los salones para informar a los alumnos los talleres en que habíamos sido anotados, según nuestras respuestas. Yo estaba seguro que me quedaría en Computación, en cambio, ¡había sido integrado a Electrotecnia!, donde se impartirían clases de electricidad y se estudiarían las diferentes conexiones que podríamos usar para hacer funcionar el cableado de una casa.
     El primer día del taller estábamos listos para comenzar, cuando de pronto, la subdirectora se acercó al salón con una alumna, y todos nos preguntábamos a qué se debía. La subdirectora habló con el maestro del taller, y después ella presentó a la señorita: “su nombre es Alejandra, va a ser su compañera en esta materia y espero que todos los jóvenes aquí presentes sepan respetarla y tratarla adecuadamente durante las clases”. Mientras esto sucedía, los compañeros hacían comentarios desagradables sobre la jovencita, “¡miren!, una niña en una clase para hombres”, “¿ya vieron a la marimacha?”, evidentemente sin importarles lo que ella experimentara en su interior, lo bueno, es que Alejandra los ignoró, y en seguida, sencillamente tomó un lugar. Después de este incidente y una vez que se retiró la subdirectora, el profesor reprendió a los alumnos que se habían burlado de la compañera y los obligó a disculparse, sin embargo, dudo que eso cambiara su forma de pensar.
     A lo largo del curso las cosas que el maestro nos enseñaba se fueron complicando, que si hacer diferentes amarres, que conectar un contacto con otro, una lámpara con otra, en fin, ¡todo era más difícil al ir subiendo de nivel! Lo más impactante para aquellos que se burlaron de Alejandra, fue que ella le entendía a casi todo lo que explicaba el profesor, pero no nada más eso, sino que era quien más interés ponía en su trabajo, obteniendo en varias ocasiones la mejor calificación del grupo. Con esmero e inteligencia, nuestra compañera logró “taparles la boca” a quienes se burlaron de ella por elegir esa materia: ¡les demostró que podía aprender lo estudiado en el curso, incluso más que los hombres! Con el tiempo, todos la respetamos, ¡hasta le pedíamos ayuda donde algunos no entendíamos, y ella nos apoyaba con gusto! Con su buen desempeño y dedicación a sus trabajos, Alejandra nos enseñó a cuestionar las creencias que afirman “que si esto es cosa de hombres, que las mujeres no pueden llevarlo a cabo”, ¡mentira!, porque con su ejemplo aprendimos que cuando se tienen las ganas de salir adelante todos somos capaces de llevar a cabo cualquier actividad, sin importar si somos hombres o mujeres.
     Escríbanos: la_educacion_a_debate@live.com.mx

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