domingo, 24 de abril de 2011

Los amores virtuales de Marina Castañeda



24 de julio de 2010
Al recorrer los pasillos de una de mis librerías preferidas, hace un par de meses, con sorpresa descubrí un libro de Marina Castañeda, esta vez, lejos de los estantes donde se exhiben los títulos de sexualidad, género o psicología, donde suele clasificarse su producción; por vez primera (pensé al tomar en mis manos un ejemplar y leer la sinopsis), tal vez, sólo tal vez, ella no escandalizará a los sectores conservadores de nuestra sociedad mexicana planteando asuntos tan polémicos como la normalidad de la experiencia homosexual, como lo hace en su opera prima, ni como en su segundo ensayo, se atreverá a develar los hilos de poder invisibles que hacen que el machismo prevalezca en nuestras relaciones, adoptando formas sutiles e internalizadas, incluso propiciadas por las propias mujeres a quienes tanto daño ocasiona.
     Ahora, lo supe después de adquirir un ejemplar y empezar a leerlo en la tranquilidad de mi caótica área de trabajo en casa, Marina se aboca, por medio de la ficción, a mostrar las formas de relación propias de una época donde la búsqueda del otro tiene lugar en los sitios y de los modos cada vez más creativos e inusitados que posibilita la Web, lo cual de inmediato me atrapó en la lectura, inventando un tiempo con el que no contaba, por aquellos días tan ajetreados en que me enganché tras los primeros capítulos.
     Cuando más adelante preparé mi equipaje para viajar a Tlapa, en la montaña de nuestro bello estado, supe sin duda que “Amores virtuales”, la novela con que debuta Marina Castañeda en el mundo de la escritura de ficción, sería mi acompañante. Fue allá, en las tardes viendo caer la lluvia junto a un delicioso y humeante café, que me adentré en la trama tejida a partir del encuentro del Dr. Ulises Blanco, reconocido psiquiatra, con varios correos electrónicos cuyo remitente es un ser misterioso que se hace llamar MOrfeo, mismo, que conduce a Blanco por intrincados laberintos que lo llevan a sitios de donde nadie vuelve ileso: le hace regresar al pasado en sus recuerdos y emociones, así como, le conduce a buscar en sí mismo, de nueva cuenta y en la etapa madura de su vida, cuál es el sentido de su profesión… y de su propia existencia.
     Más adelante, a través de disímiles personajes cuyas vidas se cruzan en uno u otro plano, la novela me hizo reflexionar sobre el profundo sentimiento de soledad propio de esta era de vacío, donde las relaciones virtuales sustituyen las interacciones cara a cara con los demás, y el intercambio de miradas, al igual que la observación atenta de los gestos durante las conversaciones, ahora se aprecian principalmente a través de las webcams, que muestran rasgos y movimientos a distancia, transportados por cables que sin embargo, también pueden conducir, como venas por las que corren mundos inventados, personas que se vuelven personajes, porque en la red, se vale reinventarse para ser quien se quisiera o, mejor aún, un sujeto a la medida de los deseos de alguien más…
     Tras aquellas tardes de café y después de un final inesperado en la obra compañera de mis aventuras por aquellos lares, volví a casa pensando en la virtualidad de nuestras interacciones incluso con personas tangibles, donde tal vez, y quizá esa sea una explicación de tantas decepciones, es tanto nuestro deseo de creer en seres ideales, que a falta de existir, como en internet, también los inventamos…
     Hoy, aprovechando el verano, en lugar de un Juego de ingenio, les propongo un reto de escritura, un texto no mayor de 500 palabras sobre experiencias en la Web; para el mejor escrito, una recompensa. Les espero desde este instante y hasta la medianoche del próximo lunes, en: el_ladron_de_libros@live.com.mx

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