lunes, 25 de abril de 2011

¿Un polígrafo humano?


29 de enero de 2011
Todos mentimos. Habitualmente decimos mentiras de diferentes tipos –sabores y colores–, en pos de la supervivencia en el diario convivir. Curiosamente, tampoco esperamos que nos sea revelada toda la verdad –lo que sea que eso signifique–, porque sencillamente no lo soportaríamos. Así, hacemos entretejidos de mentiras todo el tiempo y lo sabemos. Elegimos vivir de esta manera: engañados pero complacidos. Sin embargo, ¿qué pasaría si un día nos damos cuenta que poseemos un don para detectar las mentiras de los otros? ¿Y si además reaccionáramos con nauseas incontrolables ante la pretensión de engañarnos, de alguien más? De este arriesgado planteamiento, parte M. J. Hyland, en “Llévame contigo”, novela exquisita por su escritura, innovadora en su trama y devastadora en su contundente y desesperanzador final. El escenario es la Irlanda de los años setenta. El protagonista: John Egan. Un niño de once años, con la estatura y la voz de un hombre. Él, un día advierte que puede saber cuándo mienten los adultos. Esto le provoca un terrible vómito, a la par que cultiva en su ser, la sospecha de que después de todo no es tan ordinario como creía. Este don, como él lo considera, puede conducirle a la gloria: ¡aparecer en el Libro Guinness de los récords!, lo que se convierte en su motivación y sentido de existir, en medio del caos familiar.
     De la casa de la abuela, en el campo, hasta la moderna Dublín, con sus enormes centros comerciales y viviendas donde se hacinan familias de marginales, John se va transfigurando poco a poco en un ser “problemático y lleno de maldad”, paradójicamente, ante los ojos de quienes más le aman. Sus padres jamás admiten que ellos arrastran al chico en medio de sus crisis maritales, y él únicamente, reacciona ante la inestabilidad y el dolor, ocasionado al percibir una relación que se resquebraja, con él en medio. Papá es infiel y mamá sufre. Ella se dedica a padecer a partir del abandono de su amado, quien huye de una relación que se halla cual bote encharcado.
     Conforme se suscitan estos eventos, John se va olvidando de lo que había descubierto, como lo más valioso y singular en sí mismo. Debajo de su vieja cama en la casa de la abuela, queda El oraid de saritnem (El diario de mentiras), donde en su camino hacia la pericia en la detección de falsedades, había tomado minuciosos apuntes sobre cómo darse cuenta cuando alguien miente: expresiones faciales y gestos, que precisan de instinto para ser detectados. La mayoría de la gente no logra hacerlo jamás. Pero John sí, y después de la primera reacción drástica involuntaria, de expulsar un vómito amarillo, estaba aprendiendo a controlarse, para ser el mejor. Incluso, se atrevió a escribir al Libro Ginness de los récords, mientras soñaba con Ripley y sus rarezas. Sin embargo, todo se esfumó.
     Tras la partida del padre, la señora Egan se sume en la más terrible depresión. Estando ella al borde de la locura, John intenta acabar con su sufrimiento, y casi la asfixia. A partir de allí, ella le convertirá en chivo expiatorio de su infelicidad, y John, deberá olvidarse de lo mejor de sí, para ser “uno más”, como todos lo esperan de él. Por ello, el final de la historia, combina la tragedia de “Bajo la rueda”, de Hermann Hesse, con la ironía de “Un mexicano más” de Juan Sánchez Andraka: el deseo de sobresalir se transmuta en resignación a una normalidad mediocre.
     Con una nominación al prestigioso premio Man Booker y alabada por el Nobel de Literatura, J. M. Coetzee, “Llévame contigo” es un homenaje al deseo de trascendencia... y sus riesgos. También es un espejo para cada uno, en un mundo donde con arte o torpeza, todos mentimos. Escríbanme, les espero en: el_ladron_de_libros@live.com.mx

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