lunes, 25 de abril de 2011

Noveles escritores


22 de enero de 2011
Ayer asistí a una presentación de libros, primeras obras de jóvenes autores, que con talento y valentía, han dado a luz sus primeros hijos intelectuales. De un lado y otro. Entreabiertos o cerrados. Libros hechos con creatividad y devoción literaria, me hacían guiños aquí y allá, invitándome a leerlos todos. Terminé borracho de letras. Inmensamente orgulloso y feliz.
     El 21 de enero de 2011, fecha de término del semestre académico 2010-BIS en el Centro de Actualización del Magisterio de Iguala, culminó asimismo la primera etapa en el taller, donde jóvenes que mañana serán maestros de Escuela Secundaria, han descubierto que también son escritores. En ese camino, tengo el honor de acompañarles. Por este mismo sendero, eché a andar hace algunos años, de la mano de generosas mentoras que me regalaron la promesa de aprender a escribir. Por tal motivación, me enamoré como la primera vez, de la literatura y sus posibilidades. Este sentimiento, ahora ha florecido en Ellos. Lo huelo en la tinta y el papel. Lo vivo en cada línea de sus textos. Lo miro en sus sonrisas satisfechas. Solamente falta descorchar un buen champagne.
     A través de un semestre, ellas y ellos transitaron paso a paso, del miedo a la confianza. Del bloqueo a la creatividad. De la página en blanco a la palabra. Cada uno se ha mostrado por completo en sus escritos, y ha comprobado que la desnudez no conlleva vergüenza, sino la catarsis de quitarse las vestiduras, de lo que a veces pretendemos ser y no somos. Desde las primeras escrituras, de autorretratos inspirados en Castellanos y Neruda, hasta el clamor ante la incomprensión de rupturas amorosas e injusticias sociales, cada hora y segundo, los escritores y escritoras que este día festivo entregaron al mundo su legado, han demostrado que a escribir se aprende escribiendo, y que para atreverse a hacerlo, basta colocar las primeras palabras y cortejar al resto de aquellas, con las que tendremos un romance de ahí en adelante. Porque los textos se quieren, se sueñan, se persiguen, se desean, se piensa en ellos todo el tiempo, hora tras hora, hasta saldar nuestra deuda con las musas, al colocar el punto final. Y lo más importante: escribir es un trabajo, porque a las frases hay que embellecerlas, transmutar las ideas simples en enunciados contundentes, y los párrafos, en páginas plenas de sentido para la inteligencia y la emoción.
     Recuerdo una vez más aquellos hermosos libros, mi placer al tacto de sus páginas y mi disfrute al adentrarme en su trama. Ojalá todos fuésemos tan valientes y nos mostrásemos sin embalajes de falsas pretensiones, en obras colmadas de verdad, como esas que ayer me hicieron sentir tan feliz, como un libro que por vez primera, es tomado con decisión y cariño, entre las manos de un lector. Escríbanme: el_ladron_de_libros@live.com.mx

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