domingo, 24 de abril de 2011

Escritoras y escritores



31 de julio de 2010
Escucho con atención la lectura del escrito que ha elaborado Ana Laura, estudiante de Licenciatura en uno de los grupos donde aprendo a ser maestro, y sus palabras me transportan a ese lugar, donde a la vez que miro las expresiones en los rostros de quienes la siguen con interés, también empiezo a pensar de qué manera, oportunidades de comunicar como ésta que compartimos, pueden ayudar a cada uno a resignificar su propia existencia.
     Desde hace tres años, he tenido la fortuna de ser favorecido con la confianza y honestidad de participantes de talleres de escritura, donde poco a poco, como sucedía con las fotografías de antaño, vamos unos a otros distinguiendo los matices que nos hacen ser quienes somos, a través de regalarnos palabras, al principio titubeantes y después mostrando una seguridad que impresiona, así como develando tras cada frase, la historia personal que se entreteje entre recuerdos, declaraciones e incertidumbres, por medio de obsequiar a los demás, en los textos construidos, la esencia que nos hace distinguirnos en el mundo de otros seres que, como nosotros, están haciendo lo mejor que pueden para que la vida merezca la pena y permanezca en todo momento, plena de sentido.
     Estos escritos que compartimos son textos autobiográficos, con los que yo me encontré en cierto momento de mi existencia cuando las frases anheladas que dibujaran mi vida se resistían a ver la luz, obstruidas por tantas máscaras utilizadas en mi afán de cumplir ciertas metas, en pos de lo cual, después lo supe, estaba sacrificando estar en contacto con mis deseos y necesidades más genuinas, así como con mi mayor aspiración, que como el ave fénix hoy ha renacido de entre las más densas cenizas: la de ser escritor. Por fortuna, estoy andando este tramo de mi vida en grata compañía, de mujeres valientes y hombres osados, que como yo, estamos descubriendo el poder de la escritura, a partir de reconocer que escribir para otros es forzar la pluma, que cómplice de cada uno se desliza, sin embargo, cuando en cada página buscamos escribirnos, antes que para alguien más, para mirar con mayor nitidez quiénes somos.
     Por eso hoy deseo agradecer a todos ustedes, escritoras y escritores que inician a descubrir que lo son, haber abierto ventanas y puertas a la casa, que como dijo Pita Amor, somos los seres humanos; a ustedes, compañeros de madrugadas escribiendo episodios de su historia, a la par en estudios, comedores, camas, sofás, terrazas, jardines u otros lugares insospechados, gracias por esa complicidad que me ha devuelto la confianza renovada, en una educación que puede servir para algo más que para cultivar el intelecto. Escribir nuestra vida, puede llevarnos a mirar y actuar distinto en el mundo, con la casa del alma más limpia, y la confianza en nosotros mismos, vivificada.
     Hoy, deseo agradecer también a quienes respondieron con entusiasmo al desafío de escritura de la semana pasada, en especial, a Xóchitl Ramírez y a Yumih, jóvenes escritoras cuyas experiencias, reales o imaginarias en la Web, muestran nuevas formas de relación posibles entre los seres humanos… y distintas maneras de enamorarse. Así mismo, mi reconocimiento para la escritora Elia Rodríguez, por su sensibilidad y ahínco en estas lides del escribir. El nuevo reto, porque el verano lo inspira, es un texto que les invito a crear, en las acostumbradas 600 palabras; les propongo como tema “Mi libro preferido”, ¿les agrada? Una recompensa para los mejores escritos; les espero desde hoy, hasta la medianoche del 4 de agosto, en: el_ladrón_de_libros@live.com.mx

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