lunes, 25 de abril de 2011

¿Cuál es tu Zahir?


8 de enero de 2011
Lo conocí en 1997. Estudiaba becado en España y entre mi grupo de amigos, circulaba uno de sus libros: “El Alquimista”. De tal manera, que me puse en “la cola” para leerlo, hasta que llegó a mí, hechizándome de inmediato.
     Más adelante, al volver a México –inspirado por aquellos cómplices de noches de tertulia en nuestra guarida de la calle del General Lacy, en Madrid–, busqué más de las obras de aquel autor sudamericano recién descubierto, que tanto sentido me había permitido reconocer en mi encuentro con Marisol, Jorge, Rita, Lina, Claudia, Lili y Roberto, a quienes recuerdo con mucho cariño y profunda nostalgia.
     Nunca otro libro de  Coelho, leído antes ni ahora, superó a ese primero que disfruté tanto y que con toda seguridad volveré a leer, para mirarlo con nuevos ojos. Sin embargo, otra vez el azar, me llevó hasta el momento en que al entrar al grupo de Beto y Miguel, talentosos escritores y estimados amigos, leí en un friso colocado encima del pintarrón, una frase que me llevó de paseo por la amnesia aparente de mis memorias; en él se leía: “Miércoles de Paulo Coelho”. Sin embargo, ¡qué decepción!, como una ola la noticia de la suspensión de clases debido a ciertos problemas laborales en la escuela, arrastró consigo el entusiasmo dibujado en el rostro de los estudiantes, antes de hacerles saber aquel drástico cambio de planes. ¡Ese día ya no tendría lugar el homenaje preparado para el escritor y su obra! Simplemente, no habría clases hasta nuevo aviso. Pese a esto, más adelante, tras bajar la marea de aquellos conflictos mencionados, el momento esperado llegó. Miguel presentó “Once minutos” y Beto, “El Alquimista”. Los días siguientes a ello, mi mente no paraba de recordar. Por esta razón busqué otra vez, al autor y su pensamiento. Ahora le encontré en “El Zahir”. El personaje principal es un afamado escritor, cuya esposa desaparece un día sin dejar rastro. Pese a que las circunstancias en la vida de él continúan siendo favorables no obstante su partida  –él sigue cosechando éxito e incluso amor–, ella se convierte en su Zahir; en eso que explica Borges que es visible, presente, que no puede pasar desapercibido, y que al entrar en contacto con él, termina ocupando paulatinamente nuestro pensamiento, hasta no ser capaces de concentrarnos en nada más. 
     La búsqueda que emprende aquel hombre abandonado, le lleva de Francia, a España, Croacia, y después, al misterio de Asia Central. Tras Ella: su Zahir. En el camino, se halla ante situaciones y personajes, que también le van permitiendo encontrarse interiormente, y si nos dejamos atrapar por la trama, puede que igualmente en ese andar, descubramos algunas respuestas concernientes a nosotros mismos y nuestra búsqueda personal. 
     La historia, me hizo cuestionar ciertas ideas convencionales y sujeciones, que suelen regir la forma en que establecemos pactos de amor y convivencia con los demás. También, me ha confirmado el poder sanador de las palabras, dado que en mi episodio favorito, Mikhail, amigo de Esther, la mujer desaparecida, invita al público de un bar –congregado por aquel espectáculo suigéneris–, a “contar historias de desamor”. Como respuesta, entre desconocidos se desnudan a través de sus narraciones, y son recompensados al expulsar del alma, terribles demonios personales. Porque a veces, como lo explica el escritor protagonista de la obra, no advertimos sino lo que aqueja al otro y llegamos a creer que su mal es el nuestro, como cuando dos bomberos se miran mutuamente tras un incendio, y al ver uno el rostro lleno de hollín del otro, deduce que su cara está sucia también. Y se lava el rostro, quien no tenía en él suciedad. Como el hollín en la cara, la desdicha es algo de lo que cada uno precisa limpiarse, tras advertir que la padecemos, como marca en el rostro y las emociones; para que al mirarnos quien nos ame, no se sienta reflejado en nuestro infortunio, y al creer que es el suyo, en lugar de impulsarle a ser mejor, le impidamos crecer.  
     “El Zahir”, es una vía para el reencuentro con nuestros porqués, y las posibilidades que tenemos para ir en pos de nuestro bienestar interior. Un buen libro para iniciar un año, que en sus primeros días, es todo promesas… y alternativas. Escríbanme, les espero en: el_ladron_de_libros@live.com.mx

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