domingo, 24 de abril de 2011

De Saint-Exupéry: francés universal, hombre niño



10 de julio de 2010
Con el placer de saludarles, estimados lectores y lectoras, el día de hoy dedico este espacio a la niñez, etapa decisiva en nuestra vida que permanece en los recuerdos y se lleva guardada en las ilusiones, incluso mucho después de haberla vivido.
     En esta ocasión, rindo homenaje a uno de los más grandes, que siempre pensó en los pequeños, y por ello, nos ha recordado a todos, una generación tras otra, que “sólo con el corazón podemos ver bien, lo esencial es invisible para los ojos”. En efecto, se trata de Antoine de Saint-Exupéry.
     En las calles de París se sigue su pista; junto a la Torre Eiffel, el Principito se erige como uno de los símbolos de Francia, parece mentira, aquel niño de cabellos rubios alborotados, que lo mismo cuestionaba a reyes que aprendía de los zorros, bosquejado en servilletas de papel manchadas de café, por la mano del artista, propulsor de sueños, maestro de la imaginación.
     Antoine de Saint-Exupéry nos recordó a través de su obra maestra, “El Principito”, que se empieza a ser adulto cuando en lugar de interesarnos por descubrir cualidades en los seres que habitan el mundo, deseamos reducirlos a cifras para aprisionarlos en la frialdad del entendimiento, alejándolos así de nuestras emociones. Por eso, démonos la oportunidad de volver a dibujar elefantes dentro de enormes boas, de perforar una caja de zapatos para que puedan respirar dentro de ella, las ovejas que contamos en noches de insomnio. Pequeño hermoso que decidiste despojarte del peso de tu cuerpo para irte al mundo fantástico al que siempre perteneciste, llevándote años más tarde a tu creador, perdido en el inexorable desierto, traicionado por el avión que piloteaba en medio de una guerra más, conflictos que siempre, doquiera que tengan lugar, nos recuerdan la infinitud de la estupidez humana.
     Hoy, las enseñanzas del Principito permanecen, las aprendieron nuestros padres y las legaremos a los más jóvenes. Nunca es tarde para reencontrarnos con aquel ejemplar empolvado, o bien, buscar una nueva edición de esta bella obra literaria.
     Además de “El Principito”, el escritor a quien me refiero dio vida a otras piezas, menos conocidas pero de igual valor, como “Vuelo nocturno” y “Correo del sur”, mismas que todavía recuerdo cómo tomé con absoluta alegría del montón de libros en venta de una librería de la blanca Mérida, acompañado de Marisol, quien me enseñó a leer.
     De Saint-Exupéry… francés universal, hombre niño.
     Agradezco a las lectoras y lectores que han seguido al ladrón de libros, en Redes del sur, así mismo, mis felicitaciones a Roberto Enrique Puga Román y Zuemy Anette Flores Rondín, ávidos lectores. En breve recibirán sus obsequios por haberme hecho llegar oportunamente la respuesta al Juego de ingenio dedicado a mi querida maestra Rosa Nissán, misma, que fue a la vez la sentencia escuchada después de casarse y el nombre de su segunda novela: Hisho que te nazca, o bien, Hijo que te nazca.
     Hoy, el juego es para los niños y niñas de todas las edades, en honor de nuestro escritor homenajeado; la recompensa, si eres de los tres primeros en enviar tu respuesta correcta, es un ejemplar de “El Principito”; aquí vamos: Primero pensaste que tu flor era única, pero había jardines de ellas, sin embargo, mirar con el corazón te hizo aprender algo esencial, que explica lo que hace único a lo que amas…
     Déjate llevar por la imaginación, escríbeme a: el_ladron_de_libros@live.com.mx

No hay comentarios:

Publicar un comentario