lunes, 25 de abril de 2011

La fiesta continúa...


13 de noviembre de 2010
El Día Nacional del Libro es una fiesta. Ayer, con toda seguridad, compartimos en las escuelas, con los amigos y en nuestro hogar, la maravillosa experiencia de reencontrarnos con ese libro, colocado en casa en el mismo mueble que el televisor, su infame rival. O tal vez, acudimos a la biblioteca o a nuestra librería preferida, dispuestos a enamorarnos a primera vista de una nueva obra qué leer. Posiblemente, envolvimos con todo esmero aquellos hermosos libros impregnados de historia, comprados en alguna librería de viejo en nuestro más reciente viaje a la Ciudad de los Palacios, nuestra gran capital nacional, a fin de obsequiarlos. O quizá, los más vanguardistas y creativos, elaboraron su propio libro, utilizando papel con exquisitas texturas, cosido con gran dedicación con tal de agradar a quien se decidió brindar, este tesoro. Una opción más, que varios escogimos, fue regalar separadores, elaborados con cariño para las personas que más apreciamos, y que por ello les deseamos lo mejor de la vida: entregarse a la lectura de buenos libros.
     De la forma que hayamos elegido, lo importante es no dejar pasar inadvertido este acontecimiento, que coincide con la fecha en que nació, en el siglo XVII, la más excelsa artífice de las palabras, de nuestra tierra: Juana de Asbaje. Firmamento azul, pajarita de Dios, canción, flauta, luna, sol, mandolín, rasguñito de luz. La peor de todas, a juicio de los enemigos de la inteligencia. Ella, la fénix de México. Décima Musa. Alquimista de los alimentos. La más brillante escritora. Cuyos pies no cobraron ligereza sino tras su partida. Mujer fulgurante que cumplió el cometido de enjuagar el idioma español, con su talento. Cuando se fue, como escribe José Luis Gómez en la novela más hermosamente hecha sobre la vida de Ella –“El beso de la virreina”–, los siglos se marchitaron como hojas, los milenios se desprendieron de las ramas.
     Pero dejó a nosotros, su legado. Su persistencia temprana por escribir. Su deseo de aprender, por sobre todas las cosas. Al grado de considerar un premio a su dedicación escolar en la escuela Amiga a que acudía, como refiere Mónica Lavín en “Yo, la peor”, aprender una palabra.
     Ojalá, como fantasea Mónica Zagal en “La venganza de Sor Juana”, hubieses castigado con alimentos envenenados y soluciones ponzoñosas a quienes tanto daño te infringieron. De ti heredamos quienes nos deslumbramos ante tu vida y obra, la capacidad de creer que el mundo oscuro en que vivimos, puede encenderse de golpe con cada nueva idea conquistada, por medio de horas robadas al sueño, con un libro prohibido por quienes se dicen guardianes de la moral, entre las manos.
     Nuestro mentor Saramago, fue quien dijo en su bella novela “Manual de pintura y caligrafía”, que hay otro lugar donde vemos la luz, después de ése donde nuestra madre nos parió, y aquel nuevo sitio de afirmación vital, es donde por primera vez nos miramos con inteligencia. Ojalá que el día en que naciste, virtuosa mujer, sea el día en que muchos celebremos nuestro nuevo alumbramiento. Y después descubramos el mundo, no con los matices de felicidad perenne que nos enseñan a buscar los burdos mitos de telenovela, sino con mayor consciencia de quiénes somos, quién es el otro, y lo que resultamos ser, juntos, en esta vida en que coincidimos.
     Todavía es tiempo de celebrar. Que este fin de semana la fiesta continúe. Un buen libro, y su exquisita lectura, son el mejor regalo que puede darse y recibirse.
     Para seguir festejando, escriban de forma creativa cómo vivieron esta celebración y lo que significó para ustedes. Tengo tres libros para los más osados y talentosos. Los espero en: el_ladron_de_libros@live.com.mx

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