lunes, 25 de abril de 2011

La Virgen de Vallejo... y de los Sicarios


9 de abril de 2011
“La muerte es una obsesiva laboradora. No descansa. Ni lunes ni martes ni miércoles ni jueves ni viernes ni sábados y domingos, fiestas civiles y de guardar, puentes y superpuentes, días del padre, de la madre, de la amistad, del trabajo…” Fernando Vallejo, el primer gramático de Colombia, tenía razón. Por eso no importó que fuese cuando más lo amaba, que se lo arrebatara la Señora Muerte: a él, Alexis, su Ángel Exterminador. Se conocieron en la casa de José Antonio, amigo de Fernando a quien no veía hacía treinta años. En el cuarto de las mariposas –adornado con relojes detenidos que marcan todas las horas y ninguna, burlándose del tiempo–, se unieron para no separarse nunca más. Al día siguiente, Vallejo pidió a María Auxiliadora, su virgen más querida: “…hazme un favor: Que este niño que ves rezándote, ante ti, a mi lado, que sea mi último y definitivo amor; que no lo traicione, que no me traicione, amén”. En tanto Alexis también le rogaba. ¿Qué le pediría? Se preguntaba Fernando sin adivinarlo, porque, si ni uno sabe lo que está pensando, ¿cómo sabría lo que piensan los demás? Para su propia protección, Alexis llevaba consigo tres escapularios: en el cuello, en el antebrazo y en el tobillo. Ni los tres juntos le salvaron cuando “La Laguna Azul”, cobró con su vida la muerte a manos de Alexis, de su hermano. “¡Cuidado! ¡Fernando!”, alcanzó a gritarle todavía el muchacho, antes de volverse “muñeco” y de que sus ojos verdes se negaran a cerrarse, devolviéndole a Vallejo la profundidad de un abismo. Ya no visitarían alguna de las ciento cincuenta iglesias de Medallo, o Metrallo, como se dio en llamar ahora a Medellín, porque su nombre estaba ya muy gastado. No habría más caseteras ni televisores que dañaran los oídos rotos de Fernando, y cuyo estruendo tanto gozara su niño, Alexis. No tendría ya el escritor quien cumpliera sus deseos de muerte al prójimo, expresados aquí y allá inocentemente, que su Ángel Exterminador obedecía como órdenes, sin distinguir entre los crímenes que uno perpetra en la cabeza y los que cometería, en efecto, en la realidad. Ya no llevaban la cuenta de los muertos, que punzaba la conciencia de Vallejo y, en cambio, no perturbaba en lo más mínimo el sueño de Alexis: sicarios, mujeres embarazadas, atracadores, niños, taxistas poseídos por la ira y hasta un punkero, fueron ejecutados por su tote o fierro o pistola, como quiera llamársele, que “a la final” da lo mismo. Sin embargo, nada terrenal ni divino evitó que Wílmar –“La Laguna Azul”–, le cobrara con la vida el asesinato de su hermano, en una “culebra” interminable de sentencias y revanchas, consumadas en medio del más absoluto descontrol.
     La imaginación del autor es desmedida, me dije la primera vez que leí “La Virgen de los Sicarios”. ¿Cómo es posible que los insumisos colombianos arrojen un muerto, ahí donde se ha colocado un letrero que advierte contundentemente: “SE PROHÍBE ARROJAR CADÁVERES”? Hoy, cuando nuestra cotidianidad es más surrealista que lo nunca imaginado por literato alguno, confirmo que la ficción, antes de ayer, había sido también sentenciada por una realidad cuyo rostro “quedamos conociendo”, es ella, la miseria, la culpable de tanta descomposición.
     Una vez despojado de su único amor en la vida, Fernando ruega a la Virgen –la suya y la de los sicarios–, le devuelva a su niño. Milagrosa como es, quizá se lo conceda…
     Llevada al cine por Barbet Schroeder con guión del propio Vallejo, “La Virgen de los Sicarios” –la novela y la película– ofrece una experiencia literaria y audiovisual, que retrata fidedignamente en  nuestros días, mucho más que la devastadora realidad colombiana en la era que sucedió a Pablo Escobar. Hoy, es el espejo donde ojalá, nunca hubiésemos tenido que mirarnos.
     Felicidades a Raciel Rebolledo Garrido, autor del primer texto ganador del Desafío de escritura bajo el tema ¿Cómo podemos construir un país del que nos sintamos orgullosos? Este día, en la sección Redes Medio Mundo, bajo la excelente coordinación de Yeni Marchán, el segundo escrito seleccionado. Espero sus aportes y sugerencias: el_ladron_de_libros@live.com.mx

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