lunes, 25 de abril de 2011

¿Un mexicano más?


2 de abril de 2011
No llevo la cuenta de las veces que lo he leído. Tras la mudanza a mi “Casa del Cirián”,  sabía que me acompañaba, sepultado en alguna caja, un ejemplar de uno de los libros que considero más memorables: “Un mexicano más”. Tampoco sé cuántas veces lo he obsequiado. Mi total acuerdo con Sánchez Andraka me impulsa en una y otra ocasión, a decirle a mis amigos: “Mira, éste el México en que vivimos”. No apuesto, contrario a lo que pudiera inferirse, por el poder de los sollozos. Sin embargo, opino que la denuncia es importante, por ejemplo, para reconocer la realidad denegada de una escuela obsoleta, que perpetúa sujeciones y un culto al absurdo, que termina por enajenarnos.
     Antonio Mendoza nos lo recuerda al trasladarnos a episodios de su joven existencia, en tanto se forja una identidad a partir de lo que vive. Los adultos son malos ejemplos. Para su infortunio, es todo lo que hay. A sus dieciséis años, ha sido educado en un pueblo donde un historiador es un pobre diablo, y un boxeador, el ejemplo ideal de fama y trascendencia. Triste realidad. Donde el maestro de historia no sabe historia, ni el de español, español, ni el de… ¿esto le suena conocido? ¿Acaso ha cambiado la enseñanza, desde los años sesenta en que se editó por vez primera este libro? “No”, dijo Sánchez Andraka en una entrevista concedida en Iguala el año pasado: “es lo mismo que asistas a una clase en los años cuarenta, que en esta época”. Ojalá tuviera argumentos para rebatir lo que opinas, Juan. Desearía explicarte con fervor: “Te equivocas, la educación ha evolucionado, lo muestran los resultados educativos, ¡en las escuelas se lee, se hace ejercicio, se cultiva el arte en todas sus formas!, mira bien, ¡los profesores somos distintos a los de antes! ¡No dejamos tareas absurdas, ya no exigimos que niños y jóvenes memoricen datos que después olvidarán, no sobrevaloramos los resultados de los exámenes! ¡Enseñamos con el ejemplo! ¡Observa, Juan, presta atención, ve…!” Ojalá pudiera decirte.
     No me parece catastrófico, quien recupera su vivencia en un libro, donde da cuenta de cosas que no debieran perpetuarse, en cada generación de mexicanos. El trabajo con tus personajes, Sánchez Andraka, también me parece fantástico. En la voz de más de uno de ellos, adivino tu experiencia. Eres Antonio Mendoza, irreverente e inquisitivo. Más adelante, te transmutas en el joven maestro de español, que llega a su nueva escuela siguiendo una vocación. ¡Qué valor inventarlos a ellos, para revivir aquel que fuiste en distintos momentos de tu vida, colmada de recuerdos y lecciones!
     Más de cincuenta ediciones demuestran que lo dicho por ti, resuena en otras conciencias. Porque “Un mexicano más”, no solamente se lee para disfrutarse. Con cada capítulo he reído, sufrido y detestado circunstancias que también yo, como el joven Mendoza, he vivido en carne propia: una educación familiar y escolar dogmática, ejemplos burdos que tratan de mostrarte cómo ser hombre; autoproclamados guardianes del saber y de la fe, que son farsantes.
     Quiero estar encerrado, como tú, Juan, cuatro días sin opción de escapar de mi aislamiento, para continuar tu obra. Atrapado ahí, en la Ciudad de México, adonde fuiste a defenderte de las injurias de tus colegas, y decepcionado, decidiste renunciar a la profesión de maestro. Todos los profesores tendríamos que dimitir, si no enseñamos lo que debemos. Si no contribuimos para que el adoctrinamiento no se repita y evitamos que los estudiantes terminen domados y sin voz.
     Al final Toño, tu atormentado personaje, dice estar “dispuesto a todo”, para no ser un fracasado. ¿Dispuesto a todo? En el epílogo que imagino, hay lugar para la esperanza. Porque mediocre, corrupto y falto de ética no se necesita ni uno… Ni un mexicano más.
     Este día, les invito a escribir un texto breve, en 600 palabras como máximo, donde expliquen qué harían ustedes para construir un país del que se sientan orgullosos. Piensen a partir de lo que cada uno puede lograr, desde su ámbito de actuación. Pregúntense, ¿cómo puedo contribuir como estudiante, maestro, artista o habitante del mundo, para vivir en un lugar mejor? ¡Anímense! La justa recompensa será un libro de Juan Sánchez Andraka, mi admirado escritor guerrerense, a quien hoy dedico este espacio. Les espero: el_ladron_de_libros@live.com.mx

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