viernes, 10 de junio de 2011

El lugar donde nada florece


Hermes Castañeda Caudana
Cada cierto tiempo, sucede que me encuentro con creadores literarios cuya obra se me antoja leer completa. Después de “Falsas lenguas” y ahora con “Donde nada florece”, sé que Ingrid Noll se convertirá en una de mis escritoras preferidas. Su narrativa crea atmósferas que provocan que uno sienta, después de algunas líneas, conocer a los personajes; tomar el primer café de la mañana con ellos y acompañarlos en sus vicisitudes, porque la autora escribe con tal oficio que de ser lector, uno pasa a ser espectador e, incluso, quisiera ser protagonista de los sucesos contados.
     ¿Quién es el padre de la criatura? Me desperté gritando una de estas tibias madrugadas igualtecas, y supe entonces, que el hechizo estaba consumado. Birgit, ¿por qué simplemente desapareciste sin dejar alguna pista? ¿Fue Steffen, tu marido, quien te asesinó?, o, ¿decidiste esconderte, acosada por la culpa de concebir a tu pequeño tras algún encuentro fortuito con cierto amante innombrable? Me quedé susurrando, inquieto, mientras las manecillas del reloj anunciaban con su cadencioso tic tac, la llegada de otro amanecer.
     Todo comienza así: Ania es una profesora de alemán que además canta en un coro de su localidad. Sin embargo, cierto día, el ensayo se cancela y ella – ¡ay, qué terrible coincidencia! –, regresa a su casa antes de lo habitual. Apenas entrar, escucha una melodía conocida y piensa, extrañada: – ¿Estará Gernot melancólico esta noche? ¡No! Aquellos jadeos que provienen del sofá, no son los de alguien afligido –corrige Ania de inmediato–, sino los de dos amantes entregados al placer. Tranquilamente, ella decide volver a la cocina. Ahí, la espera el recipiente con agua que colocó al fuego minutos antes. Sin embargo, ya no apetece tomar el té, sino, ¡venganza! Por eso, el contenido de la primorosa tetera no va a parar a una tacita, sino, ¡encima del esposo y su acompañante! Ambos, despavoridos, no hacen sino aullar de dolor.
     A partir de aquel suceso, Ania comienza otra vida. Después de una breve temporada en un departamento minúsculo, por fin llega a un sitio de su agrado, donde el jardín de su corazón quizá florezca otra vez. El padre de su alumno Manuel, Patrick, además de excelente casero es un hombre maduro y atento; sin duda, un buen prospecto de pareja y, ¿quién sabe? Después de todo, ella todavía no cumple los cuarenta.
     Entretanto, la telaraña se enreda cada vez más. Un inocente comentario de Manuel sobre cierta llamada telefónica en que presuntamente Birgit –su maestra de clases de regularización y colega de Ania–, se dirige cariñosamente a un hombre que no es su marido, levanta sospechas en ésta última de que Birgit y Gernot, –quien todavía conserva las cicatrices del agua hirviente–, sostienen un romance. Ania trata de alertar sobre el affaire a Steffen –esposo de Birgit–, pero éste, confía ciegamente en su mujer. Más adelante, cuando Birgit se embaraza tras muchos años de intentarlo, Ania confirma sus sospechas: aquel hijo debe ser de Gernot. Sin embargo, hay más peces en el agua y de Birgit se sabe que nunca se ha distinguido por resistirse a la tentación de las aventuras amorosas, así que, el padre, podría ser un tercero y en este entuerto, nadie es inocente antes de probarlo. ¿Qué sucederá? ¿Steffen admitirá por fin que aquel pequeño que espera su mujer, puede ser el hijo de otro? ¿Ania cejará en su intento de hacerle ver las cosas que están frente a sus narices, al pusilánime marido engañado? ¿Será Patrick por quien el corazón de Ania vuelva a ser un balcón colmado de frescos geranios? ¿Cómo terminará todo?
     “Donde nada florece” es una obra contada como se platican mutuamente la vida dos amigos, con una copa de vino en la mano. Narrada con buen sentido del humor, perspicacia y sencillez, esta novela me dejó pensando en esas cosas que nos cambian interiormente y nos permiten renovar los sentimientos, como renace la vida tras el frío invierno. Sin embargo, tristemente, después de cada fracaso y desilusión, queda un sitio en el corazón inmune a la  primavera que retorna. Es aquel lugar donde ya nada… nada florece. ¡Escríbanme! el_ladron_de_libros@live.com.mx

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