miércoles, 8 de febrero de 2012

¡Las palabras dan alas!


Hermes Castañeda Caudana
Las maravillosas alas de las palabras traen al ladrón de libros a su nueva casa: Gran Quincenal Página 12 Guerrero. Por ello agradece al Director General, Licenciado Mario Raúl Hernández García y a la Gerente General, Gabriela Salgado Reyna, la espléndida invitación para sumarse al equipo de trabajo de esta publicación de vanguardia. Cada quince días el duende de precioso cargamento intentará endulzar sus oídos con probaditas de buenos libros, o bien, escritos inspirados en éstos o en sus autores. Así también invitará a ustedes a resolver divertidos juegos de ingenio y, en otras ocasiones ¡a escribir! Las justas recompensas por responder a estos desafíos serán libros para su disfrute en compañía de su bebida favorita y, quizá, el aroma del más exquisito incienso. En esta primera entrega literaria, el ladrón de libros les ofrece un cuento inédito inspirado en “Los locos somos otro cosmos” de Óscar de la Borbolla, de su libro Las vocales malditas. La primera recompensa será un ejemplar de esta obra ¡para quien se atreva a crear la propia con ingenio y osadía! El desafío consiste en escribir un cuento en cuyas palabras se emplee tan solo –además de consonantes– una vocal a elección personal. Sus participaciones serán bienvenidas antes de la siguiente publicación, en: el_ladron_de_libros@live.com.mx
Y, con ustedes, “¡Las palabras dan alas!”
Ana habla para Sara, las más granadas palabras:
     –Sara, ¡las palabras dan alas! Ámalas.
     –¿Amarlas, Ana? ¡Tal hazaña! ¡Las palabras jamás dan la cara!
     –¿Hazaña, Sara? Las palabras hablan tras cada faz, ¡hablan al alma! ¡Cantan a la mañana! Hazlas andar, ¡las palabras andan! Andan al alba, ¡cantan!
     –¿Cantan, Ana? ¿Las palabras tan amargas? Las palabras hartan hasta a la más santa. ¡Las palabras dan sarna!
     –¡Basta, Sara! ¡La sarna da nada más a las calladas! Las palabras dan pan, dan casa.
     –¿Casa, Ana?
     –Las palabras alzan la más alta casa, la casa amada, la casa más sacra, la casa aclamada al cantar las más caladas jaranas: ¡Casa armada para las palabras! ¡Para sanar al alma!
     –Ana, ¿al hablar cada alma sana?
     –¡Cada alma, cada cara, cada mañana, cada cantar, cada arpa! Callar da armas a la saña, a la patraña.
     – ¡Habla más, Ana, habla más! –clamaba Sara.
     –Las palabras dan paz, las palabras dan alas. Callar chala a las almas más sanas. Canta las palabras, Sara, ¡dan las ganas a cada mañana! ¡Ama las palabras!
     –Ana, amansas las ganas amargas para atajar las palabras. ¡Habla, habla...!
     –Las palabras arañan la cascada, bajan amansadas a la cañada. Las palabras bañan la casa alzada al cantar arpas, jaranas, maracas… ¡Las palabras sanan! Cada mañana claman al alba: “¡Ama, ama! ¡Amarás cada cara, cada alma!”
     Tras hablar Ana, Sara callaba.
     –Sara, ¿ya las amas? ¿A las palabras? –habla Ana tras charla tan larga (ya cansada, mas agasajada).
     –Las palabras dan alas, Ana. “¡Ámalas, ámalas!” Claman las almas jamás ya calladas. Ana, ¡tan sagaz! ¡Salvas a las atascadas! ¡Maga!
     –Maga jamás, Sara. La más rara. Para las calladas, la mala, la más chalada. Llamada Ana, la atarantada. Para las más salsas, Ana: ¡la más amada! La alada, jamás atada. Bañada cada mañana al cantar las sagradas, amadas… palabras.

1 comentario:

  1. Encuentro que la narración tiene sentido a pesar de la restricción de usar sólo una de las cinco vocales. Es un ejercicio que pone a prueba el vocabulario del autor y creo que puede ser una aventura interesante intentarlo.
    Marzo de 2012.
    R. Barrera U.

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