miércoles, 25 de abril de 2012

Mar Arzate: un Torbellino de pasiones


Les obsequio el escrito que leí y dediqué con mucho cariño, mi aprecio y reconocimiento, a la poeta Mar Arzate, durante la presentación de su primer libro: Torbellino de pasiones. Este importante acontecimiento tuvo lugar en el marco del 2° Festival Guerrerense de la Lectura.

 

Maricela Arzate, amante del amor.
Tu torbellino se parece al de este loco que te habla. Tus pasiones y las mías se reconocen. Se tocan. Se besan. Se amalgaman. Tus noches multiorgásmicas, alumbradas por Selene, invocan mis nocturnos paraísos perdidos. Tu deseo de ser cobijada bajo unas alas cálidas y protectoras me devuelve en el espejo del arte literario, mi propia vulnerabilidad. Y la oscuridad en que dejaste olvidada a tu musa a falta de amor, por un tiempo, confirma la idea de Rilke en Cartas a un joven poeta, de que sólo una vida rica en experiencias, llena de tinta la pluma del escritor y permite que su sensibilidad y su técnica fructifiquen.
     Me sentí en tus versos, Mar, uno a uno, y me sorprendí de vez en vez, por haber pensado ya lo que escribiste; sin atinar, como tú lo lograste, a convertir en algo hermoso los atisbos de tristeza, añoranza, nostalgia, decepción o sufrimiento, que son parte de la vida de cualquiera y, para el artista, el barro en que da forma a la belleza de sus letras; materia al fin ideal de inspiración.
     ¿Cuánto has vivido, Mar, para escribir así? ¿Cuántos susurros y gemidos hacen falta para decir que las ausencias fisuran el corazón y que el amante intruso pernocta en una esquina de los ojos? ¿Cuántas vidas en una sola te hacen falta para ser tantas mujeres y siempre ser una; enamorada, desbordada de pasión, devastada, consejera y plena de esperanza, junto a las vidas que con la tuya se intersectan y te dejan, tras la dicha del encuentro; más sentido, luz, tristeza, sexo y alegría; que te vuelven más mujer, más tú, más ella, más yo, más cada uno de los seres que en tus letras, nos miramos transportados de la lucidez de tu mente a la bendita irracionalidad y desenfreno de tu terco corazón?
      En cada uno de tus poemas, mujer, fui tu cómplice por gustarme el sonido de tu voz entintada al tocarme las cuerdas del alma, y agradarme también, la sensación extraña y suigéneris de sentir erizárseme la piel, deliciosamente, al leerte vestida de arte en los versos que hiciste nacer de tus vivencias, tu pericia, tu saber y tu poder de persuasión.
      No me hace falta saber quién provocó en tu vientre, al compás de atrevido galope, la erupción de tu libido hasta la cumbre del placer. No. Ni si una o fueron todas las muchachas de ojos tibios con deseos de muerte, las que tornaron tu mirada esperanzada de advertir en la vida de cualquier mujer dolida, un desafío.
      ¿De quién eres la voz, Maricela, en tu canto de poeta?
      ¿Cuánto río de vida bebiste hasta girar en remolinos multicolores tus ausencias, desenfrenos, inocencias y despechos? ¿Eres tú quien vive allí, tras esa puerta que me muestras en tus versos? ¿O vivo yo, que igual he amado y me embeleso en los reencuentros, los rencores y la dicha de mirar en ti el poder magnificado…? De curarse las heridas, de atrapar en el instante en que pariste cada verso, el universo contenido en las palabras con que das al fin la forma, a tu vida en un poema, en cada uno y todos, que son tú, él, yo, nosotros. Elevados hasta el cielo en espirales. En torbellino de pasiones.
      Felicidades, Mar, por atreverte a crear y reconocer en ti a la artista, a la escritora. Como hacedora de arte afirmas tu condición humana. Haces posible el lenguaje. Lo tejes en filigranas y lo devuelves al mundo; enjuagado, oloroso y resplandeciente, para beberlo como leche y miel.
      Recuperas en tu valor, el derecho de cada uno a la palabra y asestas, en cada jornada dedicada al oficio de escritora, un revés a la ignominia, a la conformidad que nos encierra en la normalidad tediosa, y a la negación de reconocer en cada ser humano al artista.
      Me deja complacido tu obra, Mar. Hace falta ahora que me obsequies, desde adentro del cofre de tus misteriosos tesoros, los secretos de tu hacer creador.
      ¿Cómo escribes, Maricela?, quiero saber.
      ¿Cuáles manantiales confluyen en el oasis del que abrevas para convertirte en domadora de palabras?
      ¿Quién te enseñó a escribir, quién fue tu maestro, cómo sabes los secretos de la creación literaria?
      Con tus respuestas, mujer, página viva de talento, harás llover el cielo de los escritores para que bebamos de tu experiencia, como se bebe el café caliente, el ron, el whisky, el mezcal y las enseñanzas que cambian la vida, para bien.
      Con tu poemario, avivas el alma del hacer humano, posibilitas la cultura. Confirmas en tu labor creativa la tesis de Heidegger, porque te devuelves a ti misma distinta, instaurada en el mundo por completo; más tú, más consciente de tu poder de hacer metáforas de todo: ¡eres poeta!
      Tu presencia en el mundo de las letras, amiga, cierra fisuras. Déjame caminar contigo para que codo a codo junto a los escritores en Guerrero, seamos mucho más que la suma de los que aquí y allá, como la décima musa hizo un día, nos volvemos amigos de las palabras.
      Cada vez más creadores con el arte a flor de piel, se empoderan y dejan huella de su palabra en el mundo; en los libros, los blogs, las revistas y en las breverías de las redes sociales. Hace falta, cada vez más, que como migas de pan reguemos las pistas que nos llevaron hasta el destino, tan anhelado por todo creador literario, que es el de la obra conclusa, gestada y lista para ser parida, para ver la luz de la publicación.
       Hay que hacer nuestro camino y seguir a la cima con otros; acompañarnos por tramos, inspirarnos mutuamente y ayudarnos.
      Que tu obra hoy, Mar, tan esperada y que por fin podemos tocar, leer y degustar en las cálidas noches de la tierra caliente y en medio del frío de la montaña, además de hacer que nuestra vida sea un poco mejor porque nos alimentas con belleza en cada verso, acreciente en otros –como los jóvenes creadores que hoy nos escuchan–, la confianza en que, muy pronto, su decir detenido en los cuadernos o en las biografías de las redes sociales, huelan a tinta y al papel de los libros nuevecitos.
      Que tu pasión por escribir y el torbellino de confianza en tu esencia como artista que te trajeron hasta aquí, Mar, enamoren a tus lectores y a quienes sabemos que tu ser es como el nuestro, para seguir buscando analogías de los amores y los instantes de vida, en el decir poético que vive en cada ser humano, desde los orígenes mismos del lenguaje.
      Te aplaudo, Mar, y te celebro por ejercer un don natural que a todos nos ha sido dado, pero que tú volviste consciente. Bravo. Desmantelaste el mito del talento. Aprendiste a ser artista y es ahora, cuando sabes que nadie es elegido por los dioses para hacer literatura. Que la musa, si sabes invocarla, si te atreves a mirarla en su completa desnudez, te arrastra con ella sin remedio o salvación; a espirales ascendentes de letras y emoción, que te elevan hasta tocar el cielo en que estallan juntas, como en clímax prometido, las luces y sombras de los seres humanos convertidas en arte: en Torbellino… de pasiones.